domingo, 17 de mayo de 2009

Eurovision 2009

'Hello Europe!'


Algo pasa con España y Eurovisión. Después de años con productos de bajo nivel (Son de Sol, D'Nash) o meros humoritas reconvertidos en cantantes por obra y gracia de algún presentador de televisión, este año TVE presentó una apuesta de otro nivel: una cantante con ciertas tablas que asegurase un espectáculo digno y una canción diferente, muy festivalera y con aires orientales como guiño al público del este. ¿Cómo se explica que España quedase vigésimo tercera, diez puestos por debajo del humorístico y casposo-hortera (a propósito, todo sea dicho) Chiki-Chiki? Hay más de una y de dos razones, pero con lo que al menos nos hemos quedado es con un espectáculo interesante.

El festival

Moscú nos ha presentado la más fastuosa escenografía que jamás ha tenido un festival de Eurovisión. Un recinto aún más grande de lo habitual, con un escenario rodeado de gigantescas pantallas, con monitores enormes que descendían y subían según las necesidades del número que tocase. Un espectáculo visual que demuestra que, al menos en medios técnicos, probablemente Eurovisión sea el festival musical más grandioso que se puede ver ahora mismo en el mundo.

El hecho de que se presenten 43 países de los cuales 25 son seleccionados para la final a través de semifinales (y no 24 directos a la final con rotaciones anuales por países como se hacía hasta hace dos años) ha hecho que lo que vaya a la final sea claramente lo más exitoso (entre lo cual se cuelan las mejores interpretaciones, las mejores coreografías y los números más "simpáticos"), dejando la supuesta paja en las finales. No se puede negar que desde hace 3 años el nivel ha subido bastante en la final. Todo admite críticas y hay cosas que evidentemente no gustan a todo el mundo en la final, pero el grueso de la gala fue brillante, dejando atrás en gran parte aquellos números de baile extravagantes sin música ni voz de calidad que fueron plaga entre los años 2000 y 2006.




A pesar de cierto tufillo a musical de Broadway, la canción y la interpretación inglesas son brillantes. Una forma muy buena de volver a la élite.


A la hora de comentar las semifinales hay que decir que TVE este año se ha lucido: Saltándose las reglas de la EBU-UER programó las dos en directo, lo cual llevó que tuviese que cambiar su día de votación del martes al jueves. Al final no emitió ninguna de las dos en directo, lo que enervó a la EBU, ya que debido a ello no pudo a haber televoto.

Las semifinales, como es habitual, tuvieron menos tensión y una puesta en escena menos espectacular que la de la final, con unos presentadores haciendo gala y disfrutando de todo lo Kitsch que pudieron ofrecer. Aunque hay que reconocer que a los Euro-Fans es lo que nos gusta.
Se quedaron en la cuneta propuestas muy interesantes, como la de Irlanda o Polonia (que le ha cogido gusto a unas baladas que a pesar de tener una ire repetitivo y poco original están brillantemente interpretadas), países a los que el voto por bloques hace daño de una forma especialmente dura.

La final tuvo un poco de todo y ha sido interesante porque ha mostrado una lucha entre los estilos que han dominado en diferentes épocas: por un lado las canciones de espectáculo visual y coreografías impactantes que dominaron entre el año 2000 y 2006: Turquía (haciendo lo mismo de siempre: solista femenina con aire oriental sexy), Grecia (que recurre también a ritmos bailables y a espectaculares coreografías) o Azerbayán; por otro lado el "world music" que tuvo fuerte presencia en los años 90: Armenia, Bosnia y Herzegovina y Estonia; también está la balada, que después de años de pirotecnia ha vuelto en los dos últimos años, representada por una brillante Islandia y Reino Unido, que llevó una cantante de muy alto nivel y un compositor de lujo (Andrew Lloyd Webber); por último, y como señal de que algo ha cambiado en Eurovisión, una canción de estilo muy clásico, con su punto de balada, su punto bailable y muestra de la Eurovisión de hace 30 años que todos creíamos muerta: Noruega, que fue a la postre la ganadora aplastante.





Noruega presentó un pastiche de estilo clásico: un poco de violín estilo folk, un poco de estilo dulce de la eurovisión de los años 50-60, un poco de espectáculo visual y una buena interpretación bien llevada: éxito total.

Aquí encontramos la primera razón del fracaso de Soraya: ¿Dónde entra Soraya en esta clasificación? No tuvo la espectacularidad visual de las canciones bailables de la noche (Turquía, Grecia, Ucrania), tampoco era lo más sincero dentro de las canciones de aire étnico, y el hecho de que Soraya bailase mientras cantaba impidió que su voz luciese como las grandes voces de la noche (Islandia, Malta, Reino Unido). La actuación fue muy buena, con mucho mejor sonido que Turquía o Grecia, con mejor presentación visual que buena parte de los representantes, pero sin lelgar a los mejores. Cantó muy bien, pero este año los que querían cantar en vez de bailar fueron los que mejor lo hicieron. Otra cuestión importante sobre el estilo es que cuando un país occidental presenta una canción de tipo oriental los países del este no suelen responder a ese supuesto guiño. Holanda lo intentó en alguna ocasión y no le funcionó en absoluto.



Soraya. Al final del vídeo se ven un grupo de españoles aplaudiendo y moviendo sus banderas. Además de una de Asturias, se ve una de Galicia, pero no la oficial, si no la nacionalista... ¿No es un poco divertido?



Sí, la cantante se puso nerviosa, pero así y todo la canción era hermosa. Portugal ha descubierto que siendo sinceros y eligiendo lo que realmente sale de su sensibilidad "lusa" tendrán mejores canciones que intentando hacer espectáculos al estilo grecoturco.

La segunda razón es la salida. Por mucho que algún periodista no demasiado enterado diga con la boca llena lo contrario, salir de últimos no ayuda en nada, Uribarri dixit. Salir de último garantiza que el público no preste atención, cansado de tanta canción, al igual que salir de primero hace que a la hora de votar ya se hayan olvidado de la canción.

¿Soraya hizo una buena actuación? Fue espléndida, pero se encontró con un género saturado que tiene países a los que se vota preferentemente dentro de ese estilo, con una mala posición para salir y con la final con más nivel en muchos, muchos años.

¿Voto por bloques?

El voto este año ha sido 50% telefónico y un 50% por jurados expertos en música elegidos en cada país. Este modelo se debe a que el voto telefónico lleva a votar a los vecinos o al país de origen en el caso de los emigrantes que hay en Europa occidental, dando como resultado que en los últimos años sólo los países de Europa del este tenían probabilidades reales de ganar.

El voto con jurado ha cambiado mucho esto. Sigue habiendo vecinismo, pero donde antes sólo se votaban vecinos pasase lo que pasase ahora no necesariamente el país amigo va a tener los 12 puntos asegurados (Finlandia no tuvo votos de varios de los países nórdicos, por ejemplo). Esto ha abierto las posibilidades: Francia e Inglaterra, hundidas desde hace años han vuelto resurgir (merecidamente).








El tecno-discotequero está de capa caída. Salvando a Grecia se ve que la audiencia está cansada de canciones bailables cuyos intérpretes no son capaces de hacer un directo contundente. Muy interesante, pero con tropiezos graves. Finlandia quedó última.



Para explicar lo que es un auténtico pastiche eurovisivo tenemos a Rumanía. Un poquito de aire "latino", con toques de mediterráneo oriental, algo de pop sensible norteamericano y baile. Un auténtico yogurt de chorizo. Aún así tuvo sus votos.



Albania es otro ejemplo de que teniendo una canción más o menos buena también se puede acabar bastante abajo en la tabla.



Rusia ha ofrecido algo interesante: un espectáculo visual que roza la instalación artística (salvando las diferencias) produciendo según la crítica de El País "un efecto desconcertante" (¿para qué ponen a criticar el festival alguien lo desprecia?). Ése efecto desconcertante (que existe), junto a la parte final literalmente gritada de la canción puede que hayan sido lo más arriesgado y realmente artístico de la edición de este año (teniendo en cuenta que Eurovisión no es que sea muy dada a las vanguardias estéticas ni musicales).



Francia ha conseguido varias cosas: la primera volver a la élite y demostrar que tiene calidad; la segunda, conseguir que al menos por unos segundos, el efecto de espectáculo frío y distante (producido por la pretendida vacuidad general del festival y por el hecho de ser un concurso y no un concierto donde el público y los artistas entablan una relación de complicidad) desapareción en gran parte durante los 3 minutos de su actuación. Conmueve y no distrae. La prueba es que el público le dio una enorme ovación, porque ella sí se acercó al público, tanto en escena como musicalmente.


Esto es lo que ha dado el festival de este año. Parece que Eurovisión recupera cierta categoría, a pesar de no renunciar a su estilo netamente hortera (que al final es lo que más gusta).
¡Hasta el año que viene!

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